martes, 3 de enero de 2017

IUDICARE VIVOS ET MORTUOS.

De tus padres muertos te acuerdas todos los días. No de forma especial en Navidad, pasteleos aparte.
Mi madre, católica devota, me hacía rezar por las noches. Con cuatro años ya entonaba la salmodia:

"A acostarme voy, Señor.
No sé si amaneceré.
En Dios confieso y comulgo
y creo en su santa fe.
Y Él nos libre de la culpa
del pecado mortal. Amen.

Un Credo al Señor
para que nos ilumine el entendimiento
y nos dé santos y buenos pensamientos".

Seguía un Credo de los antiguos.

Ni con cuatro, ni con cinco, ni con doce, tuve puta idea de lo que estaba diciendo al rezar. Yo lo que quería eran los achuchones y besos que Ella me regalaba a cambio de la letra. Sí recuerdo, en mi imaginario infantil, que muchas veces le pregunté qué era aquello de "A JUGAR A LOS VIVOS Y A LOS MUERTOS". Si alguna vez intentó una explicación, no la recuerdo. Está claro que no la entendí. Pasada la vida, todo vuelve a caballo entre la ternura y la anécdota. Sus besos siguen ardiendo en mis mejillas. Cuánto daría por volver a sentirlos. "Aguda espina dorada,/ quién te pudiera sentir/ en el corazón clavada". AM.

En el vídeo que sigue el "kneel" y el "raise" no aparecen en la posición correcta según el canon.


Enhorabuena si alguien tiene la paciencia de terminar el vídeo.

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