jueves, 8 de septiembre de 2011

VANO VIENTO

Más de una vez me digo  -a ver por qué puñetas tienes que andar mostrándote por estos imprecisos andurriales de la red. ¿No sabes que tus colores pueden tropezar con el ávido iris del curioso, la agonía del inquieto o las negras tripas del malintencionado? ¿Es que no has escuchado al poeta “mi lira guardaré del vano viento”?
Así las cosas, unas veces me encuentro al punto del desistimiento, las más de la inquietud a la zozobra…  No obstante, siempre me recupero y vuelvo a buscar "en mis entrañas mi sustento” y a fabricar “en mi  sombra la alborada”, con la esperanza de que por ahí pueda haber un alma noble, capaz de leerme en términos aproximados a la rectitud de mis intenciones.
La hay. Esta semana ha venido a mostrármela. Ha tenido que salir de un Dpto. de Lengua. Podría haberlo hecho de cualquier otra parte pero, no, han sido las letras… Para que luego duden de por dónde anda la sensibilidad y la comprensión en este país…
Gracias, compañero…  Ya te habrás reconocido… Me he sentido muy recompensado al sentirme apreciado por ti. Me ha gustado comprobar cómo has recorrido textos, comentarios, enlaces… Sobre todo, me he emocionado al constatar hasta qué punto has llegado a captar mi intención última, que no es otra que aportar una mirada apasionada y lírica, libre de acritud y victimismo, sobre la vida… 
Cómo no, de letras tenías que ser, supiste pararte también a valorar el esfuerzo que supone ordenar las ideas para encaminarlas a la expresión escrita…
No te quepa ninguna duda, tu presencia en el blog supone, desde ahora, un estímulo para mí…
Y, al final, quién dijo miedo… Qué puede importar que timoratos y demonios puedan andar por ahí con tenazas atizadoras o calderos hirvientes… Qué son ellos, qué es el mundo… Nada…  Nada más allá (que "soy yo solo el pensamiento mío”) de la irrealidad que  pueda concederles desde las cinco limitadas tapias de mis sentidos...
Total... Nada…  




























NADA
A tu abandono opongo la elevada  
torre de mi divino pensamiento;
subido a ella, el corazón sangriento
verá la mar, por él empurpurada.

Fabricaré en mi sombra la alborada,
mi lira guardaré del vano viento,
buscaré en mis entrañas mi sustento...
Mas, ¡ay!, ¿y si esta paz no fuera nada?

¡Nada, sí, nada, nada!...-O que cayera
mi corazón al agua, y de este modo
fuese el mundo un castillo hueco y frío...-

Que tú eres tú, la humana primavera,
La tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!,
...¡y soy yo sólo el pensamiento mío!