jueves, 30 de junio de 2011

FIN DE CURSO

Cierran las aulas y comienza el descanso. Lo necesitamos…
Es la profesión docente la más hermosa que realizarse pueda. No en vano es el ser humano, complejo y bello, nuestro material de trabajo, instrumento y obra.
No puede haber emoción más honda que la de sentir clavados en ti, con admiración, los cándidos ojos de un ser sobre el que tú decides, influyes y modificas.
Es también, no obstante, sacrificada y dura. Contrariamente a lo que muchos fuera de ella creen, es extenuante en grado sumo… Téngase en cuenta que el oficio del enseñante consiste en ir vaciándose para llenar al que se forma. Un maestro no sólo se deja el pecho y la garganta. Se va dejando a jirones la personalidad y el alma entera en el  intercambio… Llega un momento en que tu “yo” no es más que un “yo” en función de…  Buena prueba de ello es el sentimiento que nos embarga estos días a la mayoría de nosotros. Vemos las aulas vacías –nada más triste en este mundo- y nos ronda una sensación doble: alivio por el receso cercano y profunda melancolía (las clases sólo con  maestro  ofrecen un paisaje desolador). No nos gustan. No nos encontramos en ellas…
Bienvenido sea, pues, el descanso estival.
Lo necesitamos nosotros para poder dedicarnos a afianzar nuestras individualidades, a restaurar y fortalecer  el “yo” personal. Seremos tanto mejores profesionales cuanto seamos mejores personas…
Lo necesitan ellos por los mismos motivos y para poder dedicarse de lleno a sus aficiones y pasiones. Necesitan perdernos de vista un tiempo…
En todo este intervalo nos soplarán ráfagas con sus recuerdos: gritos, gestos, estudio, preguntas, carreras, canciones, su ir y venir… No podemos evitarlo… Pero disfrutaremos el descanso y agradeceremos permanecer alejados…
Mientras tanto, recae en las familias, de forma especial, la responsabilidad de conservar y velar por que no se desvirtúen los valores y principios por los que, juntos, hemos luchado todo un curso entero…

¡FELICES VACACIONES!

martes, 28 de junio de 2011

ROMAN CATHOLIC

Hoy me he puesto a revisar la entrada CORPUS de hace dos días. Ardua tarea ésta. Nunca estoy conforme con lo que escribo. Expresiones que un día salen de una manera al siguiente me gustaría decirlas de otra, para volver a cambiarlas a un tercero…
Al leer caigo en la cuenta de la apabullante cantidad de términos y expresiones religiosos, cuando no genuinamente católicos, que uso.
Cualquiera podría pensar que se encuentra ante un mueble de sacristía. Nada más distante de la realidad, de hecho, estoy bastante alejado de la práctica pública de mi religión. De joven sí he sido un católico ferviente, no ahora. No es cuestión de hacer bandera de ello, como tampoco practiqué antes el proselitismo.
Eso sí, nunca me he avergonzado de mi condición de tal. La religión, como cualquier otro fenómeno de la vida, me ha realizado aportes y me ha supuesto rémoras. Sin duda priman los primeros, sin perjuicio de que las últimas hayan sido muy grandes. De cualquier manera, el fenómeno religioso es factor importante en la conformación de mi personalidad. Decir otra cosa sería no hacer justicia a mis orígenes y a una tradición que me define.
Todo lo anterior viene a colación para recordar un hecho acaecido a principios de julio de 1981, la primera vez que visité Inglaterra. En el aeropuerto de Gatwick me esperaba mi buen Andrew impaciente. Con él había acordado minuciosamente los pasos que debía dar ante los distintos protocolos aeroportuarios. También un primo mío que había vivido allí largos años me había aportado cumplidos consejos. Para todos era territorio común que en el informe para la policía de fronteras (datos personales, domicilio en la isla, dinero, actividades previstas y otros datos que hoy parecerían inauditos) en el apartado religion yo debía hacer constar NO RELIGION. Por aquel entonces los del IRA estaban dando fuerte en Irlanda y todos los católicos, en consecuencia, bajo observación. Yo venía convencido de ello. Era lo prudente y lo conveniente…
Llegó el momento de pasar el control de pasaportes y procedí a colocarme en la correspondiente cola: a los españoles de entonces nos correspondía la que rezaba OTHER NATIONALITIES, aún España no había ingresado en la Comunidad Económica Europea. Y allí estaba yo, tan blanquito y rubio, entre africanos y señores de exóticos atuendos y turbantes. Se me acercó un Bobby y me entregó el formulario esperado. Me dirigí a un mostrador contiguo y comencé a completarlo. Todo iba saliendo conforme a lo anticipado. Al llegar al tan previsto apartado religion, extrañado, paré un momento. Sabía a la perfección lo que tenía que escribir. Así que, tomando de nuevo el boli, anoté con trazo firme ROMAN CATHOLIC.

lunes, 27 de junio de 2011

FADO

Soy español y me gusta la copla tanto como soy ibérico y adoro el fado.  Encuentro en la una el desgarro y la pasión de España, así como en el otro el amor doliente y la “saudade”, esa forma tan característica de añoranza del hermano país. Ambos son para mí expresiones del alma y como tal deben ser entendidas. No las concibo como cantos para atiborrarse en concierto, más bien como voces para acompañar momentos de una vida…
Este año, sobre finales de febrero, pasé unos días en Lisboa. Me refugié una noche de sábado en un más que reconocido local del Barrio Alto, “na procura do fado”, buscando encontrarme con el corazón de una ciudad que amo tantísimo. No lo hallé. La presencia de extranjeros, (yo en Portugal me siento nacional), de una familia lisboeta que celebraba un cumpleaños y el trasiego de los camareros terminaron distorsionándolo todo… Allí no estaba lo que yo buscaba… Sin embargo lo hallé, a la mañana siguiente, sonando en la radio en la cocina de mi hotel, como puedo hallarlo cruzando el Guadiana o saliendo de una casa en Tavira… Pero, ¿sabes qué? Donde más me gusta escuchar un fado es en España, desde mi Andalucía… Puede completar cualquier momento especial o cotidiano de mi vida y conseguir erizarme la piel… Puede llenarme de alegría o lágrimas…Lo pequeño y lo grande, todo o nada, porque el fado allí se me hace universal…
Reconozco que hoy hay descomunales interpretes... Para mí es sagrado el nombre de doña Amalia, sí doña… Pronunciarlo es nombrar a Portugal entera… Los melismas de su voz transportan, como ninguna, el perfume atlántico de la Lusitania. No le tocaron tiempos fáciles. No lo eran en ninguna parte de la Península. Yo solo veo en ella a una soberbia artista que, como tal, se atrevió también, con valentía y belleza, con la copla española… Sin embargo, prefiero escucharla en portugués. Su interpretación de “Lágrima” y ese amor desesperado, tan connatural también al alma española, consigue mover todas y cada una de las fibras de mi sentimiento…
Va por ti, amigo portugués…    



CORPUS

               Frontal de altar. Anónimo mexicano. 1675.       Foto.  www.aureliojimenez.com

Tenía la mañana del Corpus un no sé qué especial que la hacía singular. No ya sólo el brillo propio de estos días, los más largos del año en el hemisferio, sino un todo múltiple y sensual.
Comenzaba la jornada, olor a puerta regada, buscando la sombra de la otra acera de la Calle Larga. No acababas de encontrarla cuando te dabas de bruces con el altar de Rosarito “la Juanito Mora” y su Virgencita siempre Milagrosa en intemporal capilla de madera gótica. Reservaba, calor de estiércol de orujo, sus “pilistras”, de un imposible verde, a la doble sombra del Norte y el parral sólo para este día. Así era imposible copiárselas.
Siempre recta, y aún adormilado, la calle iba conduciendo tus ojos, nunca tus pies, por las alfombrillas de geranios y rosas, ribeteadas de esparraguera fina, que ya esperaban en el centro de la amplia carrera. No faltaba la frase admonitoria de alguna mujer, todavía sin arreglar y en faena, desde la umbría de un primer portal abierto: - “niño, cuidaito… que sólo la puede pisar el Santísimo…” Tal vez sería por esto que yo, por entonces, me figuraba un ideal Santísimo con pies…
Si a estas alturas no te habías despertado, los resplandores de la mexicana plata del frontal de Ntra. Sra. terminaban de quitarte las legañas con sus destellos antiguos, nada más girar a la izquierda por la alcantarilla; eso sí, bajo la rosada y redonda sonrisa de nuestra Virgen que ya esperaba en su puerta, al sol, sumergida en un océano de fresca humedad, juncia y mestranto.
Allí nos encontrábamos los niños, antes de marchar para la iglesia, a donde ya llegábamos con los dedos verdes de fabricar látigos con la nombrada planta de los arenales y arroyos del sur de nuestra campiña, la misma que varoniles y generosas manos segaban y acarreaban, con honor y respeto, los días previos.
Con mi habilidad para las manualidades y mis brazos larguiruchos y delgados, los míos resultaban siempre, o a mí me lo parecía, los mejor trenzados y los que mejores restallos, secos y sordos, producían.
Luego, ya el astro en lo alto, llegaba la procesión y su locura. Los niños, sudor y camisas fuera, nos matábamos por hacernos con un banzo de nuestro arcángel. Las niñas, con su Virgen Niña, siempre arregladitas y peripuestas.
Una gloria descendida, San Isidro en florido arco, y sus incansables bueyes con angelito, los brillos de alguna Cruz y el metal de alguna esquila.
Los balcones, cataratas de azul, oro viejo, verde,  granate o bermellón.
Colchas de seda escintilando en lo alto, de orientales caballos, elaborados flecos y pagodas en las familias pudientes. Apagadas, de algodón , sólo rosas y pájaros,  en las encaladas fachadas bajas de las  humildes.
Mi preferida era la de Amparito, la de la Calle Real, blanco sobre blanco, prendida de cintas albas en sus dos enormes clavos antiguos de engrosada cal, uno a cada lado del liso dintel de la puerta.
Su diminuta dignidad rugosa, enjabelgada de luz y con cortina henchida al viento por la marea que le entraba del corral, se me figuraba velero en singladura hacia mares de particular pureza. Se sumaba en mi imaginario la inclinación de la vieja pared de tierra al gesto de cabeza, apenas intuido, de la mujer de hinojos tras la tela. Todo confluía en hermosura para saludar el paso de Jesús Sacramentado, siempre envuelto en la adoración del canto de nuestras cantoras –venid adoradores… Prodigiosas gargantas, (las de Gerardo, las Mora…) que, si por un acaso, -Cristo en todas las almas…-, Jesús no se había acordado de descender para entonces, ellas te lo bajaban –Amor de Amores…
La procesión de hoy no me gusta.
El sol va de caída y me infunde tristeza más que gloria.
El cortejo me lo han reducido, "ay infelice",  más que a otra cosa, a Patio de Monipodio…
Pocos saben cantar…
Puede que, ante los admirados ojos de los niños de ahora, resulte tan exultante como a mí me parecía aquella –los niños siempre tienen un mirar distinto. Puede, será lo más seguro, que se hayan deteriorado los quilates de mi espíritu… Con la edad no se mejora… Puede que no me encuentre un corazón lo bastante limpio para ponerme ante Dios. La Santa que se me fue al Cielo me dejó tan metido que ésta era la única condición indispensable…
Lo cierto es que, por una cosa o por otra, por todas, o por ninguna, desde hace algunos años he dejado de asistir a mi procesión del Corpus.
Hoy, apenas he presentido la metalería de la banda, Juan Ramón dixit, las piernas me han llevado, como por resorte, junto al color de mis gitanillas del patio donde mis labios han empezado, sin ordenárselo, a musitar al Cielo – Alabado sea Jesús Sacramentado- la estación sacramental, elevada en adoración de Aquel que me sobrepasa y en sencillo homenaje a Aquella que me la enseñó a rezar…

miércoles, 15 de junio de 2011

RABIA

Hay días en que uno preferiría ser la más ignorante y perdida de las criaturas, antes que tener que poner cara a la indignidad…
Hoy el Banco de España (¿de España…?) vuelve a la matraca con sus recetas para la crisis: subida del IVA, recortes a los empleados públicos, tijeras por aquí, supresiones por allá…
Fíjense bien. Sólo proponen subir el IVA, el más insolidario de todos los impuestos, el que recae por igual en todos los ciudadanos, sea cual sea su nivel de renta.
Nada proponen para atajar el fraude fiscal y la economía sumergida, en este país de “listos” en el que sólo paga el que no tiene más remedio… Nada dijeron tampoco cuando los bancos, sus pupilos, ofrecían créditos sin control y a manos llenas para pagar viviendas a precios por ellos previamente inflados, origen de la burbuja inmobiliaria que ahora toca pagar a todos: a unos “todos” más que a otros, según su recomendación.
Tampoco se les ocurre nada para que las entidades financieras, por ellos tuteladas y untadas con dinero público, abran el tan necesario grifo del crédito.
Se olvidan, asimismo, de que voces tan autorizadas como las de Paul krugman están poniendo ya en solfa esta “austeridad a ultranza” y de que da igual hasta donde recortemos, pues, a la par, sus “respetados mercados” elevarán los intereses de la deuda y volveremos a estar donde mismo. Los poderosos hace tiempo que decidieron cobrar suculento botín a costa del esfuerzo de los españoles. Ya está bien… Parecía que vivíamos mejor que alemanes… Qué nos íbamos a creer…
Mientras tanto, aquí uno, inerme y sumido en el pesimismo. 
Y luego dirán que no tenían razón los del 15M…

jueves, 9 de junio de 2011

A PROMISSORY NOTE

Long time ago since I wrote my last post in English. It is not that I do not consider this language as important. It is only that Spanish is my natural language. The one in which my feelings can be expressed in the best of the ways. Quite well I know all that English has done for my Internet affairs and for my life as a whole.
Today I just want to use it again as a tribute to a man, a time, and a speech that made me clear that all the efforts to learn this language were well worth.
These days, when one may think that everything is lost and there is no way for hope, when a sort of nonsensical politicians only know to appeal to our despair (they may think we are stupid), I turn my head back to that August 28th Dr. Martin Luther King’s speech and realize that there will always be a way ahead as long as faith, hope and love keep deeply rooted in the man’s soul.
Yes, it was well worth time and work if only to be able to understand the deep meaning of  his rhythm, words and silences.
And yes, nobody is going to make me quit and stop taking my voice up, loud and clear, to proclaim that a better world is always possible.
Here is the proof:


domingo, 5 de junio de 2011

MUERTE

“Que no quiero verla” repite Federico a trechos regulares en su “Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías”. No es que no esté, la cuestión es no verla…
En mi pueblo, antiguo y rural, la muerte siempre estuvo integrada de manera natural en la rueda de los días…
Morían las personas y el acontecimiento se revestía de la liturgia connatural a su dignidad. La muerte se exponía y acompañaba siempre. Se aceptaba y mostraba el dolor, como natural –hay dos verdades… Los niños presentes en las casas… Que aprendieran cuál es el humano sino… No se ahorraban llantos, gestos, ritos… Las últimas horas eran veladas por una vecindad expectante que, entre otras cosas, certificaba la limpieza de las sábanas y el mimo de los deudos.
Los animales también morían. Después de una felicísima vida en corrales abiertos, conejeras y rastrojos, en los que no se les escatimaba correhuela y aire libre, llegaba su día… Unos a cuchillo, con la sangre de las morcillas bien removida en lebrillo por mujeres de brazo rojo hasta el codo. Otros a collejas detrás de las orejas para que la carne no endureciera… Comoquiera que tus padres te vieran cabizbajo por el borreguito o el pollo compañero de tus juegos, no faltaba su palabra piadosa –hijo, lo quiere el Señor: “Los animalitos serán sacrificados por la mano del hombre para…” Amigos, si lo quería el Señor y, encima, te lo decía tu padre, aquello era otra cosa… Además siempre era en vísperas de fiestas de guardar. Qué dignidad tan grande…
Hoy ni tu padre te dice nada, ni fiestas de guardar… Eso sí, los lomitos a la plancha y con limón… Que los animales han estado años hormonados, aislados, inmovilizados… Yo no lo he visto…
El dolor, quién dijo dolor… Tan pronto como en nuestros “viejos” asoma el primer rastro incómodo de decrepitud, a la residencia… -Allí hay buenos especialistas, claman las conciencias aliviadas…
Muerte, dónde…, será en los hospitales… Quién mira a los pobres ancianos, carne de nuestra carne, boca abierta, corazón de camilla, deambulando en sus últimas horas por impersonales corredores y sometidos a mil pinchazos…
“No, que no quiero verla…”
Luego, no es de extrañar que salga alguno,  alma de plastilina, con lo del “torito noble”.
Qué daño nos han hecho Walt Disney y la Warner con esos tontorrones animalitos humanoides… Eso sí, pero que nunca morían, aunque les explotara un barril de TNT en los pies…
Mientras tanto, y muy a mi pesar, me he tenido que acostumbrar a ir encajando miles de crueldades que me regalan los hombres, mis hermanos, todos los días: violencia, insultos, desidia, abandono, desconsideración, grosería, falta de tacto, avaricia, comodidad, orgullo… Mejor no seguir…
Toros, sí, pero ¿y los hombres…? ¿No sería llegado el momento de hablar de los derechos que la mayor parte de la Humanidad no ha disfrutado jamás, o de los ya conseguidos que estamos perdiendo, a marcha forzada, a manos de unas élites egoístas y soberbias que están imponiendo al Mundo su interesada gobernanza global?
Que se quiere abrir un debate sobre la supremacía humana y su derecho a disponer sobre las otras especies, ábrase en sentido amplio. Nos íbamos a llevar sorpresas. Es más, creo que el mundo y la supervivencia de la especie lo están necesitando. Mientras tanto, no se me ande con mojigaterías y con medias tintas porque, luego, llega Francia (a quien nadie puede acusar de escapista con la historia) y te inscribe la tauromaquia como bien inmaterial de la Humanidad. Y aquí, como siempre, haciendo el canelo…
No es que no esté, la cuestión es “que no quiero verla…”

viernes, 3 de junio de 2011

TAUROMAQUIA

 
     Gracias a Miguel Suárez Lagares por estas fotos. 

 Volvió el toro y volvió bien.  Once años llevaba sin aparecer por estos pagos. Estremece pensar que para todo arribeño menor de quince años no era más que la música de una idea sin imágenes.
Las tradiciones que tardan en recuperarse se ven abocadas al drama de que no quede nadie que se reconozca en ellas. Aquí no ha pasado esto. Para la mayoría de nosotros sigue siendo parte viva de nuestra manera de entender las fiestas.
Yo lo he disfrutado como un niño chico, en sentido literal, desde la puerta de mi casa y vistiendo una de las camisetas viejas que me pongo para dormir. La misma que he tenido que cambiar, después, por la peste a pólvora que la ha impregnado.
No he podido sustraerme, sin embargo, a la nostalgia de unas desolladas  rodillas infantiles chorreando sangre en el terregal inmundo de la Calle San Sebastián de entonces o de los tiras y afloja con una madre joven para que me dejara estar hasta las tres, en aquellos Corpus de tamborilero, puja y toro, en los que las fiestas empezaban no más allá de las diez de la noche.
Me he vuelto a emocionar con su ritual: espera, saludo ante una capilla de puertas cerradas y la histeria de la quema con el alumbrado apagado… Pero, sobre todo, me ha conmovido el verme  reflejado, no importa los años, en los rostros de niños y jóvenes que lo han vuelto a vivir con la misma tensión con que yo lo viví siempre. Bienvenidos sean a esta liturgia arribeña de siglos… Y que, con las debidas salvaguardas y precauciones, dure y perdure… AMEN.  

                                                                          Gracias a Miguel Suárez Lagares por estas fotos.