martes, 28 de diciembre de 2010

A LA CARGA.

Va para dos años que no publico entrada en el blog. No han sufrido sequía de ideas los revueltos paisajes de mis adentros. Sólo han estado sembrados de sal y azufre en el tormentoso convencimiento de que no merecía la pena comunicarlas. Tal ha sido el demoledor efecto de un desengaño que sólo los míos conocen hasta qué punto me ha tenido hundido en este tiempo. Al final decidí alzar los brazos para auparme desde el hoyo y sacudirme la tierra. Y, al hacerse la luz, los volví a ver a ellos, mejor dicho, noté que eran los que jalaban de mí. Sí, mis niños. A ellos he dedicado lo mejor de mi oficio y son ellos, a día de hoy, el único faro que atisbo en medio de este océano de incertidumbres en que algunos se han empeñado en convertirnos la vida.
Me llegaron sus gritos desde Londres y el ánimo se me levantó. Muchos ya sabíamos que el desescombro del muro de Berlín lo íbamos a pagar los paganos perpétuos.
A falta de un potente referente socialista, el liberalismo campa por sus fueros. A donde va a llegar esto aún no puede ni imaginarse. Lo que es seguro es que va a perderse tanto de lo conseguido que, al final, la presión volverá a hacer reventar la caldera. El personal no se va a conformar con la sopa boba, despues de haber conocido un mundo mejor.
En Inglaterra ya están saltando algunos remaches. Como le dije hace unos días a mi querido Andrew, "el tuyo es un país con futuro". La juventud española, mientras tanto, duerme... Nos llevan dos combas de ventaja...




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