martes, 15 de febrero de 2011

DE AQUÍ NACIÓ TODO.


Estos días atrás volvió a tocar hacer limpieza en el “doblao” de casa. Sobre una estantería en uno de sus rincones más secos y umbrío reposa la bolsa que contiene todos los diseños que dieron lugar y vida a la capilla de mi Cruz de Arriba. Cada vez que esto sucede, la desempolvo, saco los papeles para que se aireen y procedo a volverla a colocar en el mismo sitio.
Esta vez se escurrió, de entre todos, la cuartilla que dio origen al proyecto. No la había vuelto a ver en años, es más, ignoraba que aún existiera. Me hizo estremecer hasta las lágrimas. Regresaron de golpe mi exigua mesa de trabajo y mi cuarto de la Calle Larga, la amada figura de mi madre dándole el visto bueno. Ella fue la primera persona que la conoció.  Y tantas y tantas vivencias más que van asociadas en mi mente a este querido proyecto hecho realidad. Luego vendrían centenares de dibujos más para ir suministrando a todos los profesionales que trabajaron en la obra, pero éste fue el primero y, por lo tanto, el más querido… Tal vez algún día me decida a irlos escaneando todos y contar en el blog las peripecias que suscitaron. Darían para un libro gordo.
Es muy pequeño y bastante chapucero. Está realizado a lápiz en una cuartilla, mitad escuadra y cartabón mitad mano alzada. Días vendrían luego para poder aplicar los conocimientos de escalas y descriptiva aprendidos, sobre todo, de don Luis Fernández de Retana Almansa, mi gran profesor de dibujo en el Politécnico de la Rábida. Quién me iba a decir a mí, que terminé orientándome por el inglés, que tendría una oportunidad en mi vida para aplicarlos. ¡Y qué oportunidad…!
Quiero, en este punto, animar a todos los chavales a continuar estudios. Los que sean, aunque les parezcan poco prácticos. Un día terminarán valiéndole. La vida del estudiante es sacrificada, pero las recompensas siempre terminan llegando. Así que, por favor, les ruego a todos ellos que no abandonen su formación… Me resulta tan triste ver a tantos jóvenes villarraseros por las esquinas con nada que ofrecer…
Este dibujillo dio paso a uno mayor para ser presentado al concurso organizado por mi Hermandad y, a partir de aquí, todo es historia escrita en sus libros de actas y realidad gozosa que saluda a todo el que enfila la arteria principal de Villarrasa.
En esta vida me ha tocado y me toca, como a todo el mundo, sufrir  por diversos motivos; pero en otros grandes aspectos me considero un tipo con suerte. Levantar la capilla de mi Cruz me resulta todo un privilegio con el que el destino me premió con sólo veintisiete años. Tener a tantas personas de calidad pendientes de mis trazas y mis decisiones fue todo un regalo, un rito iniciático del que estar agradecido mientras el cuerpo me haga sombra.
Cuando veo a las personas que luchamos por ella, ya casi ninguna está en la Junta, mirarla y emocionarse, yo también lo hago hasta los tuétanos… El capricho fue mío, el parto de todos… Creo que tuvimos muchísima suerte, la tuvo la Hermandad, teniéndonos los unos a los otros: un presidente trabajador, generoso y comprensivo; un administrador correoso y eficiente; unos vocales apasionados… Distintas ideologías y edades convergieron en un fin ambicioso e ilusionante… Todos a una… Los hermanos lo vieron, creyeron en ello, les gustó y el empujón que nos dieron fue tan enorme que casi ha llegado hasta el día de hoy…
Desde entonces ha pasado mucho tiempo. El edificio ha ido adquiriendo solera. Ya hay una generación entera que no ha conocido otro… Uno también ha ido evolucionando. Tuve que aprender que la Cruz es sólo una y su Mártir universal. Me fui alejando de banderías y exclusiones. Fui consciente de que mi soberbia y prepotencia me impidieron ver durante años la Sangre que tiñe el Madero… Abrí mi mente y lo primero que contemplé fueron mis propias limitaciones.  Dejé de creer en muchas cosas, pero lo sigo haciendo en Ella y en el sacrificio como virtud generadora…Me he vuelto más exigente y cascarrabias pero, qué caramba, lo volvería a hacer…, aunque antes, eso sí, pediría perdón…

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