martes, 24 de mayo de 2011

UVAS DE CHILE.

Dos son los regalos que me llegan hoy del hermano país, los dos igual de agradables a mi paladar:
- Uno la noticia de la exhumación de los restos de don Salvador Allende, en un más que encomiable deseo de esclarecer la verdad histórica. No puedo, por menos, como español, dejar de sentir una malsana envidia. Los felicito y espero que tengan el buen sentido de no llevar al juez en plaza ante la corte.
- El segundo, en forma de penitencial fruto, lo encuentro en el mercadillo de esta mañana, primorosamente presentado en caja de madera que reza, en impoluto castellano, “UVAS DE CHILE”. No lo dudo un instante. Me compro dos racimos. Aquí se quiere y valora todo lo que llega del otro lado del charco. Reflexiono un momento sobre aquella España que vivía de manera permanente en las cuatro estaciones y en los beneficios de ida y vuelta que nos trajo. Mi adorado gazpacho no existiría sin el otro lado, lo mismo que hoy no podría estar disfrutando de este dulce adelanto otoñal en mi paladar de primavera andaluza. Sorprende y causa admiración ver cómo han cruzado el Atlántico sin perder un ápice de su crujiente y septembrina mordida. Disfruto largamente de ellas…

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