martes, 8 de marzo de 2011

Mi canaria.


Hoy he dado tierra a mi canaria. Pobrecita. Llevaba ya unos días muy malita… La he puesto entre cañones de trigo aquí en nuestra Quemailla y esta lluvia inmisericorde que no para ha empezado ya a volvérmela suelo. El año que viene será ella misma la que, por marzo, ascienda al cielo de un verde rabioso. Qué tranquilita va a pasar esta noche, después de los pitidos asmáticos de ayer que se me clavaron en el alma… Calladita, en paz… No imagino para ella un paraíso mejor que la olorosa y mediana tierra de Villarrasa…  Sosegada e inerte, en un silencio de siglos… Aunque, quién sabe… Este mundo es un puñetero renacer…
En momentos como éste, o cuando me salen pretensiones, tiro del Eclesiastés y todo vuelve a encajar. Por ella, por mí, por su alegría…
 
“Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que en él se ocupasen.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo: y aun el mundo dio en su corazón, de tal manera que no alcance el hombre la obra de Dios desde el principio hasta el cabo.
Yo he conocido que no hay mejor para ellos, que alegrarse, y hacer bien en su vida:
Y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
He entendido que todo lo que Dios hace, esto será perpetuo: sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y hácelo Dios, para que delante de él teman los hombres.
Aquello que fue, ya es: y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.
Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí la impiedad; y en lugar de la justicia, allí la iniquidad.
Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay tiempo a todo lo que se quiere y sobre todo lo que se hace.
Dije en mi corazón, en orden a la condición de los hijos de los hombres, que Dios los probaría, para que así echaran de ver ellos mismos que son semejantes a las bestias.
Porque el suceso de los hijos de los hombres, y el suceso del animal, el mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia: porque todo es vanidad.
Todo va á un lugar: todo es hecho del polvo, y todo se tornará en el mismo polvo.
¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres suba arriba, y que el espíritu del animal descienda debajo de la tierra?
Así que he visto que no hay cosa mejor que alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque esta es su parte: porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?”          Eclesiastés 3.

AMEN.

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