martes, 18 de enero de 2011

Sor Juana Inés de la Cruz.

Adoro la poesía. No me gustan, en cambio, los comentarios sobre poemas, aunque reconozco que, leyéndolos, he aprendido mucho. La lírica la entiendo como un cañonazo directo al corazón que produce heridas diversas en cada persona. Parafrasear o tratar de explicar un poema lo considero excesivo y redundante, insufrible cuando lo intentan hacer para mí.
Dejo aquí dos joyas de Sor Juana Inés de la Cruz, mexicana del Siglo de Oro Español. 
En la época de la independencia de las tierras de España en América, principios del S. XIX, hablaban castellano allí sólo tres millones de personas. Sin embargo, ya a principios del XVII se usaba la lengua con esta propiedad en la Nueva España.
El que el idioma se extendiera hasta el nivel de uso actual se debe a los gobiernos criollos de las repúblicas nacientes que optaron por él, como un factor de unificación. Así, puede decirse, sin temor a equivocación, que los países independientes de América hicieron más por la lengua castellana que España había hecho durante más de tres siglos de dominio. Al fin y al cabo, en la mayoría de los casos, los padres franciscanos, dominicos y jesuitas optaban por aprender las lenguas nativas en su afan presuroso de evangelización... que era el principal objetivo de la conquista, bendecido por el Papado...
Llegados a este punto, me gustaría mandar un abrazo de hermano a quienquiera que lea esta entrada al otro lado del charco.


¿EN PERSEGUIRME, MUNDO, QUÉ INTERESAS?

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas, 
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.

Yo no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades 
ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades. 


ESCOGE ANTES EL MORIR QUE EXPONERTE A LOS ULTRAJES DE LA VEJEZ 

Miró Celia una rosa que en el prado
ostentaba feliz la pompa vana
y con afeites de carmín y grana
bañaba alegre el rostro delicado;

y dijo: -Goza, sin temor del Hado,
el curso breve de tu edad lozana,
pues no podrá la muerte mañana
quitarte lo que hubieres hoy gozado;
y aunque llega la muerte presurosa
y tu fragante vida se te aleja,
no sientas el morir tan bella y moza:
mira que la experiencia te aconseja
que es fortuna morirte hermosa
y no ver el ultraje de ser vieja. 




 

 

 

 O, como dijo James Dean más de tres siglos después, "Vive deprisa, muere joven y sé un cadáver bonito".

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